jueves, 27 de noviembre de 2008

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA



El Padre Juan María Aladel, misionero de los Padres Paúles, era el confesor de la Casa Noviciado de las Hijas de la Caridad en la calle Du Bac de París en 1830. Había 80 novicias, entre ellas Catalina Labouré. Ella le contó la aparición que tuvo de la Virgen Milagrosa el 27 de noviembre.


Y luego de repente vi anillos en sus dedos, adornados con piedras preciosas, unas más hermosas que otras, unas más grandes y otras más pequeñas, que emitían rayos unos más hermosos que otros; estos rayos salían de las piedras preciosas, las mayores emitían los rayos mayores que se ensanchaban continuamente hacia abajo, y las más pequeñas, los más pequeños, que también se ensanchaban hacia abajo, lo cual llenaba toda la parte inferior y yo no podía ver ya sus pies.


Decirle lo que entonces sentí y lo que aprendí en aquel momento en que la Santísima Virgen ofrecía el globo a Nuestro Señor, me es imposible. Me resultaría imposible expresarlo.


En el momento en que yo estaba contemplándola, la santa Virgen bajó los ojos, me miró y se dejó oír una voz que me dijo estas palabras: Este globo que ves representa el mundo entero, especialmente Francia... y cada persona en particular...


Aquí yo no sé cómo expresar lo que sentí y vi, la hermosura y el resplandor de los rayos tan hermosos... Son el símbolo de las gracias que derramo sobre las personas que me las piden. Me hizo comprender lo bello que era orar a la Santa Virgen y qué generosa era Ella con las personas que se las piden, qué gozo experimentaba ella al concederlas...


Aquí santa Catalina con una nota a lápiz describe el número de los anillos tres en cada dedo, y dice haber quedado impresionada al notar que de algunos anillos no salían rayos. La Virgen le responderá más tarde: las piedras de los anillos que no emiten rayos son símbolo de las gracias que no se me piden.


En aquel momento en que yo era y no era y gozaba no sé qué. Se formó un cuadro un poco ovalado alrededor de la santa Virgen. En lo alto del cuadro estaban estas palabras: OH María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti. Estaban escritas en letras de oro. Entonces oí una voz que me dijo: Manda acuñar una medalla según este modelo; todas las personas que la lleven recibirán gracias grandes, si la llevan al cuello. Las gracias serán abundantes para los que la lleven con confianza...


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