viernes, 2 de enero de 2009

REFLEXIÓN DE NAVIDAD

Artículo enviado por: Graciela Gomez
¡Gracias Graciela!!


El violinista del Stradivarius en la estación de Metro de Washington, DC

Fría mañana del 12 de enero de 2007. Eran exactamente las 7:51 cuando un hombre blanco con una gorra del equipo de béisbol de los Washington Nationals tomó su violín, colocó unas monedas en la funda para motivar contribuciones del público, y se puso a tocar música clásica en la estación L'Enfant Plaza, de Washington, DC, muy práctica en invierno para los músicos callejeros, porque ofrece un hall techado como protección del clima helado de la calle.

Durante los siguientes 45 minutos interpretó seis obras clásicas. Poco más de mil personas pasaron frente a él, casi todas camino al trabajo.

Recién a los tres minutos, luego de que pasaran 36 personas, se produjo la primera reacción. Alguien se detuvo ante el músico. Un hombre de mediana edad alteró por un segundo su paso y advirtió que había una persona tocando música. Si bien siguió caminando, al menos fue algo. Poco después una mujer efectuaba el primer aporte, y a los seis minutos de haber comenzado con la música, la primera persona se detenía, apoyada contra una pared, para admirar el espectáculo.

Quien más atención prestó fue un niño de tres años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico. Cuando su madre logró arrancarlo del lugar, el niño continuó volteando su cabeza para mirar al artista.
En los tres cuartos de hora que el músico tocó, sólo siete personas se detuvieron al menos por un minuto; y veintisiete le dieron dinero, en total, 32 dólares. Unas 1070 personas pasaron por el lugar casi sin tener la más mínima reacción. Hubo seis momentos más duros para el violinista. Cada vez que terminaba de tocar una de las famosas piezas clásicas, no sucedía absolutamente nada. No hubo aplausos, ni reconocimientos. Era como si él no existiera.

Este violinista de la fría mañana de enero, sólo toca en su instrumento propio, un Stradivarius que fue hecho a mano por Antonio Stradivari en 1713, y que está tasado en 3,5 millones de dólares. Su nombre: Joshua Bell, uno de los violinistas más prominentes del mundo. Tres días antes de su actuación en el Metro de Washington, Bell colmó un teatro en Boston, con localidades que promediaban los 100 dólares, ganando más de mil dólares por minuto.La actuación de Joshua Bell de incógnito en el Metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas. La consigna era: en un ambiente banal y a una hora inconveniente, ¿percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos algo valioso en un contexto inesperado?

Aquí la nota completa de The Washington Post, junto con filmaciones del experimento: http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/04/04/AR2007040401721.html (sugiero ver la filmación de abajo de la página a la que remito, que es el video más completo)

Otro violinista. O EL violinista.

Dios, desde el cielo, ve que su creación predilecta, el hombre, no se porta muy bien. Comenzando por los primeros, y siguiendo por los descendientes. El pueblo se aleja de El, adora a dioses falsos, se emborracha, comete adulterio, y por sobre todo, pasa de largo por la vida, como si El no existiera. Entonces promete a ese pueblo un salvador, alguien que lo sacará de la esclavitud, que lo liberará del yugo que pesaba sobre él. Pero lo más increíble, es que envía a su Hijo único, para que, cargando con todos los pecados del mundo, abra a los hombres el camino al cielo.

Para que lo reconozcan al llegar, envía profetas que lo anuncian. Estos son asesinados por sus contemporáneos, a quienes no les interesa la verdad, sino seguir por el camino torcido. Pero, interesante, los descendientes toman las palabras de los profetas como palabras de Dios, y así surge el Antiguo Testamento.

Con el tiempo, todo el pueblo cree en los profetas y en sus palabras. Dios manda también a Juan el Bautista, para indicar que ya llega el momento, que el Mesías ya está ahí. Pero cuando Jesús viene a cumplir cada una de las profecías, cuando hace los signos que jamás nadie hizo ni podrá hacer, sólo los humildes le creyeron. Los poderosos lo mataron. De esta forma se hicieron plenas las Escrituras, y muriendo y resucitando, Jesús nos abre la impresionante esperanza de la resurrección, de una vida eterna de felicidad junto a Dios!!!!!!!

El violinista vuelve cada año a tocar sus mejores piezas musicales, para llenar el alma durante todo el año. Multitudes pasan a su lado, corriendo a comprar regalos, a arreglar la mesa, a llevar la cerveza, el vino y la música, a preparar a Papá Noel... Pero ¿cuántos se detienen a contemplarlo? ¿Cuántos quedan impactados por la excepcional música? ¿A cuántos le importa llenar el alma con los mejores tonos?

¡Debo reconocer que me impresiona!

¡Se trata de lo más importante de la vida, y pasan a su lado como si El no existiera!!!!

¿Qué nos pasa, hermano?? ¿Es que no nos damos cuenta de nada???

Hay miles de excusas para dejar a Jesús de lado, pero ninguna tiene asidero real.

El está ahí. Nos manda todos los días miles de mensajes, quiere conquistarnos, pero cómo nos cuesta dejarnos conquistar...

Al menos preguntémonos, investiguemos, profundicemos... Es la única forma de encontrar la verdad. Y como dice Jesús: LA VERDAD TE HARA LIBRE.

El secreto entonces es descubrir la verdad, y seguir tras ella...

Es interesante ver quiénes son los primeros en recibir la noticia del nacimiento de Jesús: los niños pastores! Esto nos muestra parte de la esencia de Dios, y nos invita a meditar sobre las virtudes necesarias para estar cerca de Dios, y para ir al cielo: ser como niños, ser humildes, y correr tras del Señor. Punto! Si cumplimos con estas tres premisas, seremos felices aquí en la Tierra, y en el cielo!

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