miércoles, 4 de marzo de 2009

ESCUCHANDO AL SANTO PADRE... y tratando de aplicar su enseñanza a nuestra comunidad

Rom, St. Peter: einmal im Jahr lädt der Papst die Priester der Diözese Rom ein


ROMA.. El 26 de febrero, en el aula de las bendiciones, el Santo Padre Benedicto XVI se ha reunido con los párrocos y sacerdotes de la diócesis de Roma, para el tradicional encuentro del inicio de la Cuaresma. Después de la introducción del Cardenal Vicario Agostino Vallini, intervinieron ocho sacerdotes. Uno de ellos fue el Padre Guillermo Mario Cassone, Padre de Schoenstatt.

El Padre Guillermo Mario Cassone preguntó al Santo Padre, partiendo del sínodo sobre la Palabra de Dios, como mejorar la relación entre la Palabra de Dios y la piedad mariana. Documentamos la pregunta del P. Guillermo Mario Cassone y la respuesta del Santo Padre.

Santo Padre: soy el Padre Guillermo M. Cassone, de la comunidad de los Padres de Schoenstatt en Roma, Vicario parroquial en la Parroquia de los Santos Patronos de Italia, San Francisco y Santa Catalina, en el Trastévere.

Después del Sínodo sobre la Palabra de Dios, reflexionando sobre la proposición 55 "Maria, Mater Dei et Mater Fidei" me he preguntado como mejorar la relación entre la Palabra de Dios y la piedad mariana, tanto en la vida espiritual sacerdotal como en la acción pastoral.

Dos imágenes me ayudan: la Anunciación, para la escucha, y la Visitación, para el anuncio. Deseo pedirle, Santidad, que nos ilumine con su enseñanza sobre este tema. Le agradezco por este don.

Respuesta del Santo Padre:

Me parece que Ud. nos ha dado también la respuesta a su pregunta.

Realmente María es la mujer de la escucha: lo vemos en el encuentro con el Ángel y lo volvemos a ver en todas las escenas de su vida, desde las bodas de Caná hasta la Cruz y hasta el día de Pentecostés, cuando está en medio de los apóstoles precisamente para acoger al Espíritu. Es el símbolo de la apertura, de la Iglesia que espera la venida del Espíritu Santo.

En el momento del anuncio podemos tomar ya la actitud de la escucha – una verdadera escucha, una escucha para interiorizar, que no solo dice sí, sino que asimila la Palabra, asume la Palabra – y después continúa en la verdadera obediencia, como si fuese una Palabra interiorizada, esto es una Palabra convertida en mí y para mí, casi como forma de mi vida.

Esto me parece muy hermoso: ver esta escucha activa, una escucha que atrae la Palabra de modo que entre y se torne Palabra en mi, reflexionándola y aceptándola hasta lo íntimo del corazón. Así la Palabra se torna encarnación.

El modelo de la Iglesia

Lo mismo vemos en el Magníficat. Sabemos que es un tejido hecho de palabras del Antiguo Testamento. Vemos que María es realmente una mujer de la escucha, que conocía en el corazón la Escritura. No conocía solamente algunos textos sino que estaba tan identificada con la Palabra que las palabras del Antiguo Testamento se convierten, sintetizadas en un canto en su corazón y en sus labios.

Vemos que realmente su vida está compenetrada de la Palabra; había entrado en la Palabra, la había asimilado y se había tornado vida en ella, transformándose después de nuevo en Palabra de alabanza y de anuncio de la grandeza de Dios.

Me parece que San Lucas dice al menos tres veces, quizás cuatro, que Ella ha asimilado y conservado en su corazón las Palabras. Ella era para los Padres, el modelo de la Iglesia, el modelo del creyente que conserva la Palabra, que porta en sí la Palabra; no solo la lee, la interpreta con el intelecto para saber qué cosa ha sido en aquel tiempo, cuales son los problemas filológicos.

Todo esto es interesante, importante, pero es más importante sentir la Palabra que es conservada y que se torna Palabra en mí, vida en mí y presencia del Señor.

Por eso me parece importante el nexo entre Mariología y Teología de la Palabra, del cual han hablado los Padres sinodales y del cual hablaremos en el Documento post-sinodal.

Es obvio: la Virgen es palabra de la escucha, palabra silenciosa pero también palabra de alabanza, del anuncio, porque la Palabra en la escucha se encarna de nuevo y se torna así presencia de la grandeza de Dios.



El Papa propone “crear espacios” para los alejados en las parroquias
Se trata de “facilitar su reincorporación” a la vida de la Iglesia

Benedicto XVI considera que en las parroquias hoy es importante proporcionar espacios para que los alejados, a quienes la secularización actual ha convertido en "extraños" a la vida de la Iglesia, se acerquen a ella progresivamente.

Así lo manifestó durante su encuentro anual de Cuaresma con los párrocos de la diócesis de Roma, celebrado el pasado jueves 26 de febrero en la Sala de la Bendición del Vaticano, y en el que, en un ambiente distendido, quiso responder personalmente a sus inquietudes y preguntas.

La segunda pregunta fue formulada por el sacerdote Fabio Rosini, párroco de Santa Francesca Romana all'Ardeatino, sobre cómo afrontar el actual proceso de secularización, venciendo la tentación de acudir a métodos de "éxito pastoral" momentáneo que no traigan fruto en el futuro.

Ante ello, el Papa explicó que hay "dos criterios de discernimiento" para "no correr en vano" en la labor evangelizadora.

En primer lugar, enfatizó la importancia de no descuidar las comunidades ya existentes: "La comunidad de los fieles es una cosa preciosa, no debemos subestimar -incluso mirando a los muchos que están lejos - la realidad hermosa y positiva que constituyen estos fieles, que dicen sí al Señor en la Iglesia, intentando vivir la fe, intentando ir tras las huellas del Señor".

Es muy importante, subrayó, que los fieles "encuentren en su párroco realmente el pastor que les ama y les ayuda a escuchar hoy la Palabra de Dios, a entender que es una Palabra para ellos y no sólo a las personas del pasado o del futuro; que las ayuda, aun más, en la vida sacramental, en la experiencia de la oración, en la escucha de la Palabra de Dios y en el camino de la justicia y de la caridad".

Se trata, añadió, de potenciar a la misma comunidad creyente como evangelizadora: "los cristianos deberían ser fermento de nuestra sociedad con tantos problemas y con tantos peligros y tanta corrupción como existe".

Los cristianos que viven abiertamente su fe "pueden interpretar también un papel misionero sin palabras", explicó. "Si hay personas o comunidades que hacen esta elección completa de la vida y hacen visible el hecho de que la vida que han escogido es realmente vida, dan un testimonio de grandísimo valor".

"Es algo absolutamente indispensable, fundamental, dar, con el testimonio, credibilidad a esta Palabra, para que no aparezca sólo como una bonita filosofía, o como una bonita utopía, sino más bien una realidad. Una realidad con la que se puede vivir, pero no solo: una realidad que hace vivir. En este sentido me parece que el testimonio de la comunidad creyente, como fondo a la Palabra, del anuncio, es de grandísima importancia".

El segundo criterio es el de el anuncio de la Palabra, "abriendo lugares de experiencia de la fe a aquellos que buscan a Dios", es decir, recuperar la experiencia del catecumenado de la Iglesia antigua.

Este catecumenado "no era simplemente una catequesis, algo doctrinal, sino un lugar de experiencia progresiva de la vida de la fe, en la cual se abre también la Palabra, que se convierte en comprensible sólo si es interpretada por la vida, realizada por la vida", afirmó.

El Papa subrayó la importancia de que las parroquias abran "lugares de hospitalidad de la fe", hospitalidad "hacia aquellos que no conocen esta vida típica de la comunidad parroquial".

Las parroquias "deben abrirse e intentar crear vestíbulos, es decir, espacios de cercanía. Uno que viene de lejos no puede inmediatamente entrar en la vida formada de una parroquia, que ya tiene sus costumbres. Para éste de momento todo es muy sorprendente, lejano a su vida".

Por tanto, añadió, "debemos intentar crear, con ayuda de la Palabra, lo que la Iglesia antigua creó con los catecumenados: espacios en los que empezar a vivir la Palabra, a seguir la Palabra, a hacerla comprensible y realista, correspondiente a formas de experiencia real".

No hay recetas

El Papa mostró su satisfacción porque en las parroquias "se esté haciendo realmente este primer anuncio, que se va más allá de los límites de la comunidad fiel, de la parroquia, en búsqueda de las llamadas ovejas perdidas".

"Para este trabajo concreto yo no puedo dar recetas, porque hay distintos caminos que seguir, según las personas, sus profesiones, las distintas situaciones", aclaró.

El catecismo "indica la esencia de lo que hay que anunciar. Pero es quien conoce las situaciones el que debe aplicar las indicaciones, encontrar un método para abrir los corazones e invitar a ponerse en camino con el Señor y con la Iglesia".

En cualquier caso, sea cual sea el camino que se utilice para la evangelización, es necesario "estar siempre en la gran comunión de la Iglesia, aunque quizás en un espacio aún algo lejano: es decir en comunión con el obispo, con el Papa, en comunión así con el gran pasado y con el gran futuro de la Iglesia".

"Estar en la Iglesia católica de hecho no implica sólo estar en un gran camino que nos precede, sino significa estar en perspectiva de una gran apertura al futuro. Un futuro que se abre sólo de esta forma", concluyó.


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