viernes, 17 de abril de 2009

LA FE

El hueco en la roca

Creer, aún en medio de la oscuridad y de lo desconocido


Creer que hay algo hermoso detrás de la “apertura chica”...






... donde ELLA me espera




Hildegard Fischer. Lo recuerdo como si hubiera sucedido ayer: estaba con dos colegas en una oscura cueva de montaña, iluminada solamente por dos linternas. En la pared rocosa había un agujero a la altura de las rodillas, no muy grande, pero que me permitiría pasar por él. Y eso era exactamente lo que debía hacer. Pues el instructor de ese curso de pedagogía de supervivencia quería que nosotros (y por supuesto también yo) atravesáramos ese agujero… pues del otro lado había una gruta. Aún puedo recordar mi alivio cuando un compañero se ofreció valientemente a pasar él primero por el agujero. Por un momento desaparecieron también sus pies y un par de segundos más tarde escuché claramente su voz:"Hildegard, esto es estupendo, ven tú también" Enseguida pasé por el agujero porque mi compañero me había dicho: "¡Esto es estupendo, ven tú también!".

Este acontecimiento volvió a mi memoria cuando estaba a punto de escribir este artículo (para la revista "Puente" de la Rama de Profesionales).

¡Cuántas veces, en mi vida cotidiana, estoy con Dios frente al agujero de una pared rocosa! ¡Cuantas veces se presentan situaciones en las que solamente veo un agujero delante de mí, y de alguna manera tengo la certeza de que detrás de él hay algo más!. La vida diaria con Dios es creer, esto es, un constante buscar y tantear. Tener fe es dar forma a mí vida cotidiana con Dios, es seguir un camino que en muy pocas ocasiones es claro y fácil. "Normalmente" planeo y vivo mi vida diaria absolutamente de la fe en la cercanía de Dios. Y la mayoría de las veces las cosas se presentan de una manera totalmente distinta.

Por ejemplo: he conquistado de nuevo mi oración de la mañana con mayor profundidad. Me alegra comenzar el día segura de la presencia de Dios y llena de su alegría. Y de repente esa alegría desaparece y la oración de la mañana se vuelve difícil y laboriosa. Regreso a casa totalmente desmoralizada porque los puestos de trabajo son otra vez inestables. Necesito urgentemente alguien que me escuche, alguien que me consuele, pero todas las personas con las que me encuentro no sienten mi miedo o están abrumadas ellas mismas y necesito otra vez una caja grande de pañuelos para llorar. Hay una infinidad de ejemplos de oscuridad en nuestra fe: cada uno de nosotros seguramente puede escribir una enorme lista de ellos.

Eso no nos pasa solamente a nosotros, miremos también en la Biblia. Los mismos apóstoles que pudieron experimentar "verdaderamente" a Jesús, a los que instruyó y preparó intensamente por tres largos años, están desamparados ante la oscuridad de la cruz. Eso es fe y lo que consuela es que Dios edifica su Iglesia con personas imperfectas y que promete "Yo estaré con ustedes". ¡Y la historia de la Iglesia nos demuestra que Él está con nosotros!.

Con María

Nuestra Alianza de Amor es siempre para mí la primera y la mayor seguridad para no perderme en la oscuridad cuando todo es confuso en mi vida y en mi fe. Ella me permite avanzar con fe en esa oscuridad. Es exactamente como pasar por el agujero: la Mater va delante de nosotros, ella se atreve a pasar primero por el hueco en la pared rocosa. La Alianza de Amor nos dice que no necesitamos hacer nada solos, no necesitamos hacer nada sin ella.

La Mater se nos adelantó, es decir, ella creyó aún en medio de la oscuridad. En las bodas de Caná se describe como ella puede planear y organizar; pero cuando llega el momento oscuro de la cruz, acompaña – sencillamente – sólo con su fe. Seguro que no fue fácil para ella. Se le debió haber roto el corazón, pero ella no organiza ni planea nada más, acompaña, siente, permanece en la cercanía de Dios, lleva una parte de la cruz, llora y puede aguantar, puede continuar. Esta es la mejor descripción de lo que significa tener fe en la oscuridad. La Alianza de Amor significa: acompañar, cargar, permanecer en la cercanía de Dios, regalarse uno mismo, ser humilde, darle a Dios espacio en mi corazón para que Él pueda actuar.

Ponerse en camino

Dios no espera que, justamente en la oscuridad de la fe, yo solo salve a todo mundo; todo lo contrario. Dios espera y necesita solamente mi disponibilidad, que me ponga en camino. Exactamente en la oscuridad es donde me impulsa el amor a Dios y toda mi entrega en la Alianza de Amor; es allí donde Dios puede actuar. Cuando mi oración de la mañana se hace difícil y árida, Dios no espera un extenso tratado sobre la oración de la mañana, o una oración de la mañana "casi en éxtasis" como puede suceder en una jornada. Pero sin embargo, él me ruega, espera de mí, necesita de mí que cada mañana me presente y lo busque. Que cada mañana me tome el tiempo para preparar mi corazón para Él, para que así Él pueda llenar mi vacío. Dios me pide que dé el primer paso. Él no espera que me aliste para una maratón, sino que permanezca activo: en camino hacia Él, en camino hacia al amor que Él me quiere regalar.

Con la señal de la cruz

Es muy reconfortante que la cruz se haya transformado en el símbolo de nuestra fe. Significa que en la fe también hay también un ingrediente de inseguridad y de miedo, de fracaso y de sacrificio y también de entrega de toda la persona. La crucifixión de Jesús es la donación más grande que puede haber. En ella Dios ha cargado con todas nuestras debilidades. Nos ha demostrado que podemos tener miedo, que puede haber soledad y dolor, pero que Dios las vive con nosotros y que la cruz y el dolor se pueden convertir en Redención.

Cuando decimos a la vez: Dachau y Santuario, y le prometemos a Dios que construiremos en nuestra vida diaria el Santuario de Dachau, entonces es nuestra manera de vivir "con la señal de la cruz". Llenar de fe con la señal de la cruz la oscuridad de la vida diaria, significa prever las cajas grandes de pañuelos y llorar en el Santuario del Hogar. Esto es: regalar a Dios las lágrimas y el dolor y el motivo de nuestro dolor. Las lágrimas son sin duda un importante aporte al capital de gracias.

La fe es y será siempre una aventura… en la que Dios nos regala constantemente situaciones en las que alguien va (o gatea) delante de nosotros y nos llama diciendo "Ven ¡esto es estupendo!"

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