lunes, 5 de enero de 2009

39ª Ficha de Reflexión, Padre Nicolás, Instituto Padres de Schoenstatt

El hombre libre

Aires de Libertad

En el ámbito de la autoridad surgen, muchas veces, conflictos con la libertad

de cada uno. Pensemos nomás en la rebeldía de nuestros hijos

adolescentes.

Lo que pasa es que la autoridad frecuentemente limita la libertad personal.

Y tiene que hacerlo, cuando están en juego intereses prioritarios.

La libertad individual no puede existir sin limitaciones, dentro de una

comunidad como la familia, los movimientos, la Iglesia, la sociedad.

Y entonces es importante la educación de nuestra libertad. Tiene que ser

una libertad condicionada, una libertad subordinada a valores e intereses

superiores.

Somos un montón de prejuicios. El egoísmo, el miedo, la costumbre, la

sociedad nos hacen preferir de antemano conductas que son más

cómodas, más seguras, más aceptadas. Muchas veces tomamos

decisiones que creemos son opción personal nuestra. Pero en realidad nos

han sido dictadas e impuestas solapadamente por todo tipo de influencias

que determinan nuestro camino. Para que una decisión sea realmente

personal, tiene que ser totalmente libre. Y esa libertad de prejuicios y

temores sólo puede darla el Espíritu. Si en nuestra vida personal son

difíciles las decisiones, más aún lo son en la vida social. Ahí se necesita,

más que en ninguna otra ocasión, la visión del Espíritu y la valentía que

inspira su poder.

Una definición popular del hombre libre dice que es el hombre "que sabe lo

que quiere, quiere lo que sabe, hace lo que quiere y ama lo que hace". Por

eso, quisiera ver con Uds. un momento, estos grandes pasos de la

educación de la libertad.

1. Saber lo que quiero. Primero, se trata de aclarar y definir mis valores


muy personales. Es como elaborar mi escala personal de valores, mis


prioridades de vida.

Luego, se trata también de formular mis metas personales, de saber lo que

quiero en la vida. En esta sociedad masificada, muchas veces mis metas

me son dictadas desde afuera; no vivo mi vida propia y original. Tengo que

hacerme independiente de la opinión ajena, desprenderme de las presiones

sociales, de la moda, de las influencias de la propaganda y de las mil

formas como puedo ser influido desde afuera.

Tengo que animarme a concretar objetivos personales, metas a corto y a

largo plazo.

Y, por supuesto, revisar y evaluar periódicamente mis valores y metas.

2. Querer lo que sé. El segundo paso, luego de saber lo que realmente


quiero, es llegar a querer lo que sé. Estamos hablando de lo que quiero


realmente, para lo que estoy hecho, no de lo que los caprichos personales}


buscan Este paso es decisivo para la cohesión interior de la personalidad.


No sólo se trata de saber, sino de querer. Tengo que afirmar mis anhelos y


metas de vida con mi voluntad y con el corazón. Esto me permite ser


coherente conmigo mismo.

3. Hacer lo que quiero. El sentido es que haga lo que realmente quiero


hacer y no lo que mi yo primitivo me impulsa a hacer. Muchas veces usamos


el concepto "hacer lo que quiero", no en el sentido de la verdadera libertad,


sino en el equivocado camino que empuja hacia el egoísmo o el capricho


personal. Pero aquí se trata de discernir y hacer las cosas en base a valores


personales. Se trata de hacer lo que creo que es lo mejor para mí y para los


demás. Y eso me hace verdaderamente libre.

4. Amar lo que hago. El hombre libre que sabe lo que quiere, quiere lo que


sabe y hace lo que realmente quiere, esta en condiciones de amar lo que


hace. Cuando no se dan esas condiciones, muchas veces se llega a odiar o


despreciar lo que se hace. Por otra parte es muy humano el no hacer lo que


uno quiere, sino lo que no quiere. Es la experiencia de San Pablo: "Yo no


hago lo bueno que quiero, sino lo malo que no quiero" (Rom 7,19).



Somos seres limitados. Pero, a pesar de ello, tenemos que esforzarnos en

crecer hacia la verdadera libertad.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Me considero una persona libre?

2. ¿ Tengo claro mis valores y metas?

3. ¿Me gusta mi trabajo, me actualizo en mi profesión?

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