P. JOSÉ KENTENICH, EL PRESO Nº 29.392
Durante 1941 la Gestapo intensificó la persecución de la Iglesia Católica. Las actividades de los sacerdotes, de las religiosas, de miles de fieles eran seguidas paso a paso por espías nazis, cuya principal tarea consistía en acumular motivos -o en inventarlos- para encarcelarlos. Así, por ejemplo, varios sacerdotes cercanos al P.Kentenich en Schönstatt fueron internados ese año en el campo de concentración de Dachau, antes de que también él corriera la misma suerte. En el maletín de uno de los sacerdotes -el P. Eise, apresado en agosto de 1941- la Gestapo encontró una buena cantidad de textos de los últimos retiros realizados por el P. Kentenich.
"Durante todos estos acontecimientos el fundador de Schönstatt continuaba sus actividades impertérrito y sin ser personalmente molestado por la Gestapo.
Sus colaboradores habían acordado hacía tiempo, cuando la Gestapo comenzó a merodear por Schönstatt, no mencionar nunca su nombre en los interrogatorios. Y de hecho, hasta agosto de 1941 había resultado ocultar al P.Kentenich a la atención de la Gestapo; ésta no había percibido todavía su incesante actividad, ni se había percatado de que había en él un sacerdote con extraordinarias cualidades de fundador y de líder.
Habían comenzado a observar más a Schönstatt y mientras más material caía en sus manos, tanto más debían notar que tras la obra había un hombre a partir del cual se desarrollaban todas las actividades y en el cual confluían todos los hilos.
Durante el verano el P. Kentenich había dado uno tras otro los cursos de retiro, aunque debido al reducido espacio del que disponía, el número de participantes no podía ser muy grande."
"[...] el 14 de septiembre de 1941 se presentaron dos funcionarios de la Gestapo en la casa de retiros con la intención de hablar con el P.Kentenich. Desde que habían apresado al P.Eise, la Gestapo había comenzado a seguirle la pista.
[...] Uno de los funcionarios le ordenó entonces presentarse al día siguiente a declarar. El P.Kentenich le advirtió que debía comenzar un curso de retiro para sacerdotes que finalizaría el viernes. El funcionario fijó entonces el interrogatorio para el día 20 de septiembre.
Ese día el P. Kentenich se encaminó a la cárcel de Koblenz, desde donde no regresaría ya a Schönstatt; no sólo lo interrogaron durante horas, sino que además lo hicieron prisionero."
El hecho de que el P. Kentenich había contado con que lo encarcelarían sin dejarlo regresar ni siquiera a buscar su ropa, queda documentado porque ese día se vistió con su sotana más vieja y sus zapatos más gastados, y porque en la última prédica del retiro que estaba dando había manifestado sus presentimientos.
No se sabe mucho acerca del interrogatorio.
"[...] según lo que él mismo ha contado, le leyeron oraciones aisladas entresacadas de sus prédicas para comprobarle su postura de 'enemigo del pueblo'. Por ejemplo:
-Nosotros nos aferramos a nuestra cruz, mientras los otros se aferran a la suya (la suástica).
-Alemania debe hacer penitencia y reparar por toda esta mugre...
-La misión de mi vida consiste en perforar al nacionalsocialismo para poder vencerlo.
Sus propios argumentos de defensa no sirvieron de nada, porque en todo momento se negó a admitir la identificación de Alemania, su patria y su pueblo como si fueran una cosa con el nacionalsocialismo.
Él sabía que de nada servía argumentar, pero también sabía que sólo con la defensa digna de la verdad podía dejar muy definida su postura frente a la mentira y al crimen hechos sistema.
Al final del interrogatorio le comunicaron que estaba preso. Lo encerraron en el subterráneo de la cárcel de Koblenz, con lo cual comenzó su prisión en total obscuridad que duraría no menos de cuatro semanas.
Mientras bajaba las escaleras al subterráneo con uno de los funcionarios, dijo bromeando: "¡Por fin puedo tomarme unas vacaciones!"
[...] La casa de la Gestapo había sido anteriormente una filial del banco del Reich y las celdas que habían servido de bóvedas, eran ahora las destinadas a albergar a los condenados a la obscuridad total. El piso, las murallas, el techo, todo era de concreto armado. No había calefacción y especialmente deficiente era el fluido de aire fresco. Esto le ocasionó al P. Kentenich permanentes romadizos y frecuentes hemorragias nasales.
[...] Otros presos de la Gestapo encerrados en la obscuridad total padecían a los pocos días -y es comprensible que así fuera- un total quebrantamiento de los nervios y debían ser trasladados a otra celda. El capellán de la cárcel da testimonio de que el P. Kentenich salió de la mazmorra intacto en el alma y en el cuerpo, como un vencedor.
El mismo P. Kentenich se encargó posteriormente de asegurar que no había recibido maltratos y que las manchas de sangre de su ropa eran debido a las ya mencionadas hemorragias nasales.
El 17 de enero de 1942 llegó a Schönstatt un mensaje fatal escrito por el mismo P. Kentenich: 'He sido examinado para comprobar mi resistencia y me han encontrado apto para el campo de concentración. Pero que nadie se preocupe'.
Por cierto que la familia de Schönstatt completa comenzó a moverse y a hacer gestiones para liberarlo, arguyendo también justificadas razones de salud. Pero él reconoció en su destino al campo de concentración una manifestación de la voluntad de Dios en su vida y por su obra y libremente permitió que la Gestapo lo internara.
Fue en esas circunstancias que redactó el cántico:
"Han caído las cadenas.
Hagamos resonar desde los ámbitos de Schönstatt
jubiloso nuestro cántico de gratitud.
Durante el penoso caminar de peregrinos
se nos ha manifestado Dios, grande y bondadoso,
para su honra y alabanza.
Y lo que el poder y la astucia de Satán planificaron
persiguiendo obtener un desastre,
lo transformó el amor del Padre en nuestra ventura."
La mañana del 11 de marzo de 1942 el P. Kentenich fue trasladado junto a otros prisioneros al campo de concentración de Dachau en Baviera. Llegado ahí, recibió el número 29. 329. Permaneció internado hasta que al final de la guerra, en mayo de 1945 las tropas de los norteamericanos liberaron a los reclusos de Dachau.
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