sábado, 28 de marzo de 2009

P Kentenich -- Dostoievski

La belleza salvará al mundo



Por: Federico Piedrabuena

La intuición de Dostoievski es certera y clara. El brillante escritor ruso identifica la Belleza suprema con Dios. Sin vueltas, sin rodeos. Esta frase, tomada del libro “El Idiota”, tiene como marco la búsqueda personal, estética y religiosa del gran exponente del realismo ruso de fines del S. XIX.

Hace poco leía un análisis del P Kentenich sobre Dostoievski, centrado en la imagen de Dios que nos transmite este autor.

El Fundador de Schoenstatt destaca la apasionada búsqueda que mantuvo el genio eslavo durante toda su vida. Libros como “Los hermanos Karamazov”, o “Crimen y Castigo”, son el marco para un conjunto de diálogos sobre la fe, Dios, el hombre, la mujer, que nos plantean los grandes dilemas de toda alma religiosa.

El P. Kentenich rescata el valor de esa búsqueda que no cesa ante las dificultades y los interrogantes. Dostoievski ve en el crucificado la expresión máxima de la solidaridad de Dios con el sufrimiento humano. La respuesta de Dios a tantos gritos y a tanta desesperanza en la historia, es el sacrificio de su hijo.

Con la genialidad de su pluma, llega a decir que la expresión estética por excelencia, tantas veces representada por los genios de la pintura, es esa cruz que se alza en un solo grito: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Con todo, el P. Fundador señala que Dostoievski se queda cerca de la meta, pero le falta el paso final. Le falta descubrir que detrás de la Cruz y el Crucificado, se encuentran las manos del Padre, manos fuertes y amorosas, que sostienen la Cruz y señalan el camino de la resurrección.
Querido amigo, la realidad del sufrimiento, el del mundo, de la historia, el de tu vida personal, es uno de los grandes misterios que recorren la existencia.

El Rosario, con su sencillez y genialidad, nos enseña que toda vida auténtica tiene misterios de gozo, de luz, de dolor y de gloria. Si te quedás todo el tiempo meditando sobre un solo aspecto de la vida, de Cristo o la tuya, corrés el riesgo de no ver el conjunto. Detrás de todo acontecimiento, incluso el mas duro, se encuentra Dios, un Dios que nos ama, que es Padre, que no nos deja solos, y que está a nuestro lado. Recordá lo central: aunque no estemos en Pascua, Cristo ha resucitado, y esa es la luz última con la que debes mirar cada situación de tu vida, incluso la mas dolorosa.

Dios no le huye al dolor, porque en Cristo lo comprende y lo asume. Pero Dios es la respuesta y el camino de la vida. Camino muchas veces estrecho, pero seguro. Entregale de corazón ese sufrimiento que estás cargando en lo profundo de tu alma, y contemplalo a la luz de su Resurrección. Abrile la puerta a Dios. Siento que El y vos tienen mucho que hablar y compartir. Que Dios te bendiga.

Diácono Federico T. Piedrabuena

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