Espíritu de la Sagrada Familia
El espíritu ejemplar que reinaba en Nazaret, la Iglesia quiere despertarlo hoy, para que reine en todas nuestras familias. Pienso que el espíritu de la Sagrada Familia era ante todo un espíritu de amor, un espíritu de fe y un espíritu de sacrificio.
a) Un espíritu de amor. Es un amor que mutuamente se acepta, se sostiene y se soporta a pesar de todos los defectos y limitaciones, porque Dios mismo ha elegido y unido a sus miembros.
En Cristo, el marido es responsable de la salvación de su esposa. Tiene que amarla hasta salvarla. La mujer es responsable de la salvación de su marido. Los padres son responsables de la salvación de sus hijos: es su principal misión, de la que algún día se les pedirá cuenta. Y los hijos, poco a poco, a medida que van creciendo, se van haciendo responsables de la salvación de sus padres, responsables de amarlos hasta salvarlos.
Educar es servir desinteresada y respetuosamente a la originalidad y particularidad de los hijos. Significa despertar y hacer desarrollar los dones que Dios ha depositado en cada uno de ellos.
Sin duda, esto exige mucho tiempo, mucha energía, mucha paciencia de los padres, porque es su tarea más creadora, más difícil, pero también la más fecunda y hermosa. Los padres deben ver y reconocer a Jesús en sus hijos, tal como en la Familia de Nazaret. Yo educo y amo en mi hijo a Jesucristo mismo: “El que recibe a un niño como éste, a mí recibe”.
En la Santa Familia de Nazaret, como en la nuestra, fue necesario tener confianza mutua, demostrar la fe todos los días. José tuvo que tener una fe ciega en María; tuvo que creer en Ella de una manera extraordinaria, tuvo que amarla mucho para llegar a creer tanto en Ella. Y María tuvo que creer en José; tuvo que confiar en su amor puro, en su respeto, en su estima.
José y María tuvieron que tener fe en su Hijo. Aunque no parecía más que un niño como todos, creyeron siempre en el misterio que vivía en Él. No siempre comprendieron todo lo que Él hacía, todo lo que les decía, pero ellos confiaban en Él, recogían sus palabras y las meditaban.
Y Jesús demostraba la confianza que tenía en sus padres: estuvo con ellos durante largos treinta años.
• El nacimiento en la soledad y miseria. Nunca se encontraron más pobres, más fatigados ni más solos que cuando nació el Señor.
• Después, la matanza de los Inocentes: como primer resultado del nacimiento del Salvador, las familias del país en duelo, los niños menores de dos años asesinados.
• Y la huida de la Familia, en plena noche, a Egipto; la estadía allá como fugitivos.
• Y así ocurrió durante toda su vida, hasta el día oscuro del Calvario.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Respeto las decisiones de mis hijos?
2. ¿Cómo educo en el respeto a mis hijos?
3. ¿Cómo sobrellevo los sacrificios de la vida familiar?
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