El Dios desconocido
Por: Federico Piedrabuena
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San Pablo (nombre del protagonista de esta historia) dice ante los atenienses uno de los discursos mas brillantes que se encuentran en toda la Biblia.
Les va uniendo la piedad a la divinidad desconocida con el verdadero Dios, creador de cielo y tierra, Padre de Jesucristo. Y con todo, al llegar a la parte del relato en que Cristo está vivo y resucitó de entre los muertos, recoge burlas y un rotundo “otro día te escucharemos”.
Numéricamente, uno de los grandes fracasos de Pablo. Con todo, algunos oyentes del público se acercan al gran apóstol y, según nos relatan los Hechos, abrazan la fe.
En muchas ocasiones me dan ganas de imitar la estrategia de Pablo. Siento que muchos cristianos se vinculan al Padre (¿quién no reza el Padrenuestro?), conocen al Hijo (en la Eucaristía, llevando una Cruz), pero, ¿y el Espíritu Santo?
Siento que muchas veces, para los cristianos, el Espíritu Santo pareciera ser una especie de Dios desconocido, el “pobre” de la Trinidad. Y eso me rebela. Siento un fuego que me lleva a evangelizar, a hablarles sobre la tercera persona de la Trinidad. Sin duda, ese fuego que me mueve, que me inspira, que me lleva a hablarles de Dios…¡es el Espíritu Santo!
Pero…¿qué nos dice Jesús, qué nos revela Él sobre el Espíritu Santo? Nos dice mucho. En uno de los relatos que más me gustan, nos habla del Espíritu comparándolo con el viento: sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.
Amigo: si sientes un cosquilleo en tu interior, ganas de saltar de gozo, de cantar una canción como lo hizo María luego de recibir el Anuncio de ser Madre de Dios, de bailar y saltar como lo hizo el rey David ante el Arca de la Alianza, de bendecir a tus amigos como lo hizo Jesús en las bienaventuranzas…amigo, ¡ese es el Espíritu Santo!
Me gustaría que cuando entres a nuestro Santuario y veas el símbolo de una paloma blanca envuelta en llamas, sientas al Espíritu Santo. Esa paloma blanca, que te mira desde lo alto, ¡no es la paloma de la paz!!! Aunque en cierto sentido… ¡perdón!, en el más auténtico sentido, ¡sí lo es! Es la paloma de la paz interior, la paz de Cristo, ¡la que verdaderamente vale! Es un símbolo del Dios de la alegría, del gozo, del consuelo, de la paz verdadera, ¡del Espíritu Santo!
¿Sientes ese viento que te susurra, que te supera, que te eleva?, ¿te esfuerzas por escuchar su voz?
Ve al santuario. Implora sus dones. Prueba, siente el Espíritu, que vas a bailar y saltar de alegría, vas a cantar de júbilo, vas a nacer de lo Alto.
Amigo, ábrele a Dios tu corazón, ¡y recuerda que la vida del Espíritu es Mejor!
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