El Señor rompe las fuertes cadenas de la muerte
y confunde el poderío y la astucia del Demonio.
llena de jubilo, Madre,
lo ves transfigurado y hermoso,
con el resplandor
que tendremos al resucitar en el cielo.
Con esta fe alégranos el alma
y que nuestro amor arda en llamas.
P. J. Kentenich, Hacia el Padre
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